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miércoles, 12 de junio de 2013

La colmena humana














La sociología y la antropología modernas coinciden en señalar que la sustancia de la cultura, o la civilización, es la tradición social, y que esta tradición social se puede modificar de manera indefinida con los aprendizajes nuevos que los hombres realizan para vivir juntos de manera mejor y más feliz // Así el estudio científico de las instituciones despierta la fe en la posibilidad de rehacer tanto la naturaleza humana como la vida social humana. (Charles Ellwood)



Vivimos encerrados en una jaula-trampa opuesta a la libertad, manejados por estamentos organizados a partir de nosotros mismos; con muy pocas posibilidades de ser creativos y optimistas a la hora modificar este camino que a lo largo de la historia fue generando normas y sistemas sociales que han ido moldeando el entorno social en que él, el ser humano, nosotros, debemos sobrevivir y desarrollarnos como individuos, como persona, pero que a la vez nos vemos convertidos en maquinas, y fuente de sostén del sistema comunitario al que pertenecemos.

A lo largo de la historia y poco a poco fuimos pasando de situaciones opresoras, guerras, hambrunas, epidemias y sobre todo transformando una cultura que al mismo tiempo iba imponiendo las formas del cómo vivir; todo esto ha ido generando la necesidad de sentirnos protegidos, por murallas, torres, castillos y por ciudades, que a su vez forman la maquina de generar la auto dependencia; de convertirnos en dependientes de los demás, y viceversa, la autodependencia de tipo mercantil, económica y consumistas que en definitiva es lo que mantiene activa y viva la maquina- jaula que una vez dentro no nos deja salir.  A la vez estas necesidades se hacen mayores cuando entras a formar núcleos familiares, y que a su vez esta genera nuevas necesidades que la comunidad ofrece a cambio del intercambio comercial, mercantil.
Así  fuimos cerrando puertas, pero evidentemente con la ayuda de un sistema siempre pendiente de cómo irse abriendo paso por cualquier rendija abierta en la comunidad, el sistema que desde su puesto ha ido beneficiándose de la buena maleabilidad de un colectivo que sufre, que es susceptible, frágil, débil en situaciones difíciles y, autodestructivo; desde esa posición ha ido forjando un método tanto económico como social cada vez más complejo y poderoso en nuestra contra. Esta vulnerabilidad ha hecho que se creen nuevas formas para que la comunidad se autocontrole, entre más dificultades tenga más dependerá del resto del colectivo y éste a su vez de un colectivo mayor y así hasta llegar a la sociedad global, y de quienes mueven la economía, de quienes se benefician de las desgracias.

El sistema no tiene la libertad que poseemos como ser individual, cada uno de nosotros es incorruptible, elevado y magnífico, unidos como uno solo somos un muro difícil de superar para los que mueven los hilos. La historias está llenas de personas que han intentado organizar a grupos y colectivos para enfrentarse al poderoso, pero siempre acaba con infiltrados que rompe al grupo, y al hacerlo rompen la fuerza que tanto teme el sistema. Pero esto sería la historia manipulada, el miedo inculcado a base de fuego y mentiras…  En grupo socialmente hablando, somos vulnerables, especialmente si no existe una fuerza de unión fuerte y sólida. Somos dependientes; esta es una de las herramientas más poderosas que ejerce el sistema  contra nosotros, a través del miedo, como por ejemplo el trabajo. Herramienta más que utilizada y reutilizada contra cualquier amenaza de unión, o forma de oponerse a la maquina. Todos somos conscientes de ello, pero no podemos modificar por su fuerza cultural y de forma de vida a la que nos vemos envuelto sin dilación, por nuestras propias necesidades sociales y dispensadoras. La ciudad, el país, la comunidad en la cual debemos movernos a diario para poder sobrevivir es sin duda, nuestra propia cárcel; la moral es otra prisión, la  ética, la educación, la política, los tabúes que desde que nacemos nos van marcando, pero que a la vez vamos marcándonos a través de nuestras propias experiencias, de la cultura en que nos tocó vivir, y la que nos transmitieron.
Hoy la razón de ser en nuestra sociedad es exclusivamente tener trabajo, sin él, la verdad que te conviertes en un antisistema, en un no valido, y eso se le llama terrorismo de masas. Es la forma más eficaz de someter a la sociedad dentro de una arquitectura social que solo ofrece esa posibilidad, o trabajas o no existes, y si no existes como parte de lo que te ofrecemos no podrás sobrevivir entre nosotros, y por desgracia es así, nosotros mismos marcamos estas diferencias entre los que nos rodean, entre aquellos que no están dentro y los que si lo están. Nos sentimos mejores cuando todos están dentro… cuando algún conocido de queda fuera se tiende ayudar, y se le apoya, pero si esto se alarga es excluido paulatinamente hasta que deja de estar entre nuestra reuniones por la sencilla razón de que pasa a ser un tipo raro, alguien que no encuentra trabajo es por algo, alguna razón habrá, y así entra más lejos mejor, así no nos nubla nuestra bella existencia.
De esta forma el sistema aniquila a millones de personas al año, y esto es un hecho, es tan real como la vida misma. Aprovecha que somos así de excluyentes, de nuestros miedos a que nos ocurra lo mismo.

Hoy vi a la señora del quinto salir deprisa, como una sombra de un rayo, imaginé que debía llegar tarde al trabajo. Pocos minutos antes su marido ya salió para abrir su negocio y ella  ya había vuelto de llevar a los críos al colegio, pero antes, así como una hora, ya había salido y vuelto de comprar el pan y inundó las escaleras del aroma a café recién hecho. Esta historia se repetía todos los días, salvo los fines de semana que faltaba la salida de los niños al colegio, pero que no quitaba que ella y su marido salieran corriendo para abrir su negocio, ya fuese sábado o domingo o cualquier día festivo en que todo el mundo descanse”.

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“El marido de la señora del quinto se quedó sin trabajo hace más de dos meses, hay que ver que cara tiene ese tipo, ella trabajando y el ahí, sentadito delante de la tele todo el maldito día, sin afeitarse, sin peinarse… desde luego, y mira ella sale entra y siempre parece feliz… debería mandar al tipo a la mierda, ella vale mucho y él un pendejo que no quiere trabajar”.
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La señora del quinto no sale ni para tirar la basura, el marido lo tiene que hacer todo, lleva los niños al colegio, le hace la comida, limpia la casa y además se lleva a los niños los fines de semana por ahí, y ella ahí, en su casa como una señora, no se vaya a romper las uñas… no se como la aguanta, debería mandarla a la mierda… no sé que se habrá creído… pobre hombre
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Vaya, la funcionaria que me vino a tocar en la ventanilla, así trabaja cualquiera,… deberían mandarla a la calle y meter a otra más competente…
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Bueno podría poner muchos más ejemplos como estos, pero prefiero no seguir…Esto por desgracia es en todas partes y de todas las formas imaginables, excluimos y gustamos de hacerlo, es lo terrible de todo esto, entramos en el juego.

Este sistema, tanto global como en pequeños grupos, comunidades, ciudades… etc… está caduco, y es hora de cambiarlo desde nosotros mismos; Sabemos como se mueve la maquina, sabemos como piensa, pero no hacemos nada., al contrario,  Podemos hacer algo y, ese algo es oponerse siempre a cualquier movimiento del sistema, siendo la única posibilidad de no ser manejados sin respuesta.
El deseo de libertad del individuo lo hace fuerte, es más, es único. Pero ….!!!
© Juan Manuel Álvarez Romero