lunes, 31 de enero de 2011

León Battista Alberti (1404-1472),


Juan Manuel Alvarez Romero | Su aportación artística sin duda, marcó un nuevo modo de ver al artista cuando a éstos se les consideraba como artesanos o canteros
El arquitecto, pintor, escultor, literato, jurista, atleta y filósofo León Battista Alberti (1404-1472), autor de tratados como el De Re Edificatoria, tratado de arquitectura realizado por petición del papa Nicolás V, editado en 1485. Creador sin duda de una teoría de la arquitectura y el urbanismo con la mentalidad humana que ha sobrevivido hasta nuestros días.
Debo resaltar su producción literaria y una obra en particular Momo,  obra que influyó en gran parte de la literatura del Siglo de oro… Su aportación artística sin duda, marcó un nuevo modo de ver al artistacuando a éstos se les consideraba como artesanos o canteros “en el caso de los escultores”, fue unos de los primeros en usar la palabra “arte y artista” después ya llegarían los Médicis.
Se puede decir también que sus tratados, tanto de pintura como de escultura y por supuesto arquitectura influyeron en los grandes del periodo renacentista (Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Rafael y demás). Influyó también en el pensamiento y surgimiento del humanista, “después de una lugrube edad media” en las Bellas Artes y en el pensamiento estético como categorías y como valores universales, sin Alberti y sus aportaciones sería imposible comprender los períodos más fructíferos del hombre, el Renacimiento y el Humanismo, aportados de antemano al Quattrocento y abriéndole las puertas a éstos.
Al mundo literario le aporta gran número de libros, (De la pintura y otros escritos de arte, el ya mencionadoMomo, sobre la escultura, y otros escritos) Gran conocedor de la literatura clásica, y rescatador también de libros en las abadías abandonadas por monjes y bibliotecas en las que se encontraban ejemplares únicos de Luciano, Tácito, por no mencionar más; se le llega a confundir con ellos en sus escritos. (Se dice que en la biblioteca de Cervantes había un ejemplar delMomo o del príncipe, (“Obra de claros signos mitológicos”), su obra más conocida. Para quien no lo conozca, debo decir que se pierde una parte de la historia de la literatura; después de el De Re Edificatoria, incluso su influencia se percibe en el planteamiento del Hidalgo don Quijote. Su personalidad, algo inestable y taciturna, activa y creativa, le llevó incluso a diseñar jardines. Algunos biógrafos le otorgan la invención de la topiaria (escultura en setos); bajo la protección de Piero de Médicis convoca un certamen poético con el lema “la amistad”
Hombre inestable donde los haya, ambiguo, insatisfecho con el mundo que le ha tocado vivir, actuando ante él y ante el poder y la Iglesia con una gran capacidad para poder sobrevivir. [Juan Manuel Álvarez Romero, Sevilla, España, pintor, escultor y escritor]


Algunos autores actuales como Ricardo Piglia o Enrique Vila Matas creen en la metaliteratura; yo también. Creo en la creación de libros a partir de otros libros, creo en el diálogo con otros autores y con otros personajes; creo en el respeto a los clásicos y en la inmortalidad de los mismos. Cualquier aspecto de la realidad, de la litaratura, de la cultura o del arte (y todos estos devienen en elementos trascendentes: ¿acaso Don Quijote, sino más real, es, desde luego, infinitamente más trascendente que cualquiera de nosotros?). Tenemos un libro El hijo de las costureras de Juan Manuel Álvarez Romero. Ya hay pues, con quien dialogar y algo que podemos ficcionalizar. Hablemos con las obras que suele ser mejor que hacerlo con los autores (y sigo la máxima de D. H. Lawrence "cree al cuento, no al cuentista"). 

            Enfrentado a la lectura de El hijo de las costureras, he visto una dualidad. Para mi hay allí una evocación y al mismo tiempo una narración social. A veces las veo unidas como el Bien y el Mal en los hombres, inseparables según San Agustín; en otras ocasiones me digo en estas páginas hay mucho más de realismo social, en estas otras mucho más de evocación. Es un dualismo maniqueo.

            En el apartado más realista, el mundo en el que se sostiene la narración es sórdido, es duro, mezquino con chispazos de buenos sentimientos. Los hombres y  mujeres que en él pululan son seres muy cotidianos y que se muestran como tales, viven con sus anhelos, temores, miserias y ruindades. Sabemos que no falta de todo ello en el género humano, y como tal, lo muestran.

            Pero el momento en el que la narración alcanza sus mayores bríos es cuando aparece lo extraño. Aquí es el pobre deforme que vive encerrado y cuidado por una generación de mujeres. Aislado en gran medida, está condenado a observar el mundo, más que a actuar en él. Encerrado en su laberinto no trata de engañar al lector como el minotauro de Borges, que le insinua que es un Dios, sino que abiertamente asume su condición de paria. Es en este mundo donde la evocación hace más acto de presencia, donde los olores, sonidos y recuerdos se adueñan muchas veces de la narración y del lector. Aparece esa cualidad que se ha dicho de Scott Fitzgerald: el encanto. Pero para mí, más fuerte aun que él, es la imagen de una persona deforme enclaustrada, persona cuya libertad viene dada por la cultura: el aprendizaje de la historia, la música, la literatura, las estrellas. Reflexionemos acerca de que sus enclaustradores son, en gran medida, aquellas mismas personas normales que, cuando Samsa se convirtió en escarabajo en la Metamorfosis de Kafka, decidieron que tenía que morir. En El hijo de las costureras estas personas se deciden por el abandono o la sobreprotección.   

JAVIER FARTO 2010


El alma vuela



La verdad duele
La mentira difama
La verdad dice
La mentira contradice
La verdad mata
La mentira mata
El silencio mata
La voz llama
El alma grita
La certeza anima
Y el alma vuela
        ***
Las noches nacen 
Los días muren
La vida dice
La muerte contradice
         ***
Las marionetas bailan
El títere canta
El niño ríe
El abuelo llora
La madre gime
El titiritero cierra las puertas
           ***
La muerte llega sin avisar
La vida entra sin llamar
El aíre recompone
La vida entra sin llamar
Y El alma vuela
           ***
El circo ha llegado
La vida entra sin llamar
Las marionetas bailan
El niño sonríe
El títere canta
El titiritero ya se marchó
El aíre recompone
La vida entra sin llamar
Y El alma vuela