martes, 19 de junio de 2012


Simbolismo, realidad y ficción.-
El hombre no mediático que leía a Peter Handke, De Edgar Borges.
El paso de la tierra al cielo se efectúa por la puerta del sol, que simboliza la salida del cosmos, más allá de la condición individual. 
Chevalier-Gheerbrandt, 
Nos embarcamos en mundos paralelos, en mundos sumidos de soledades, unas creativas y otras existenciales, en las que poco a poco pasamos de la realidad a la ficción, o viceversa. Nos involucramos con lo externo, pero sobre todo en lo interno, donde solemos pasar el mayor tiempo de nuestra existencia. El sacarle partido, buscarle sentido y encontrar la libertad en estas soledades  sin llegar al aislamiento en las que nos pasamos otra gran parte de nuestra existencia. 

En otras ocasiones como las que encontramos en la novela de Edgar Borges “El hombre no mediático que leía a Peter Handke”, es una de esas ocasiones de soledades, por la que transitan personas tan especiales como sus dos hijas, Miranda y Camila  y su compañera Nathali, cómplices las tres del aislamiento creativo de Edgar, el protagonista, convirtiendo ese aislamiento,  “sin alejarse del apartamento donde convive casi invisible, ausente, creándose un mundo personal insólito, surrealista a veces y otras al borde de la locura, pero curioso para los suyos que lo observan y admiran, transmitiéndole su solidaridad en su mundo solitario, aislado, en un apartamento donde las sombras se cruzan una con otras, donde la respiración de todos suena tras las puertas tan solo con quererlas oír; aun así, Edgar ―el protagonista― desaparece de la realidad para sumergirse en una investigación que le lleva a otros mundo, lugares, personas, dudas de constantes peguntas y hallazgos en el mundo de Peter Handke, en un viaje onírico y metafórico al mundo, desde su escritorio, y un armario repleto de la bibliografía sobre Peter Handke, apuntes, notas, informes y recortes de prensa; como un buen detective,  desde donde se redescubre a sí mismo desde las puertas que se abren y se cierran tras él, caminando como un fantasma por el pasillo de los dormitorios, que se convierten en escenas de abismos, ciudades, calles, paisajes, mientra busca algo que beber en la cocina, soñando, reviviendo, tras las ventanas que se abren al exterior, al mundo que decide dejar en este autismo voluntario, pero que a la vez lo reconoce como parte de su pasado, y se descubre como un tiempo vivido en su niñez.

Transita por treinta y dos puertas, treinta y dos ya es un numero, y como numero ―“mágico”―  las puertas representa una escenografía mediática, simbólica, que lo lleva al avance de la investigación una tras otra ―“como las puertas de Aristofanes donde las puertas y la casa forman una utopia en sus escenografías y sus obras”―.

Podríamos hablar de una obsesión, pero también de una constante entre el día a día de un escritor, un periodista y un ser humano en busca de respuestas dentro de una  investigación, ―y como investigación ―, sin descanso, sin horarios, sin comunicación con lo externo, sin mundos que le impida concluirla… así es la vida de la literatura, de la creación, después la culminación… como un orgasmo vital y existencial.
En el libro de las puertas "mitología egipcia" se describe el viaje del sol Ra, del rey identificado con el sol, o del rey junto a Ra por el inframundo. La concepción del inframundo de los egipcios incluye numerosas puertas que aquellos deben atravesar durante su viaje nocturno hasta renacer con el amaneceren este caso es el protagonista quien va surcando, atravesando estos mundos, puertas imaginarias que se transforman en pasos importantes en el transcurso  de sus hallazgos, sus descubrimientos sobre el mundo de Peter Handke ― , ― el protagonista Edgar ― como Ulises en su largo viaje, e imparable viaje hasta su regreso con  Penélope, “― Nathali, Miranda y Camila ―” pero también al descubrimiento del segundo protagonista del libro ―Peter Handke―. 
El reloj  simboliza el tiempo ausente de la realidad, donde la mirada se desvanece no en la pared, si no en el péndulo que marca el movimiento y el proceso de los pensamientos que buscan contactos momentáneos con la realidad que le rodea.
Como maestro que seguirá siendo siempre, como también amigo y persona, Edgar a sabido llevarme de nuevo, después de quien mató a mi madre, la contemplación, crónicas de bar, a mundos donde la imaginación aplasta al poder, a ese poder que aplasta todo atisbo de creatividad en estos tiempos en los que es tan importante no dejar que esta, ― La creatividad, con mayúsculas ―,  muera, que se alce en novelas como esta, y que ayuden a demostrar que la literatura está viva y en buenas manos, como las de Edgar Borges.
La palabra sigue en evolución. 

Juan Manuel Álvarez Romero. Escritor  2012-06-19

jueves, 14 de junio de 2012

Lo extraño



Nada queda en el mismo lugar, todo es movimiento, una espiral vital, existencial que nos envuelve en una humanidad cada vez más compleja y sin puntos de referencias.

El descreimiento es el telón que no deja ver; una vez abierto nos sorprende con puestas en escenas alucinantes. La conquista de nuevos espacios está expuesta a movimientos que surgen en cada representación.

Los dioses gustan de generar conflictos, guerras, fabricar armas, destruir vidas. Mover el capital y con el, al ser humano. Ser persona hoy en día es algo que cuesta, pero es cuestión de supervivencia. Aparte de ser vital para todos. Como también cosa de todos. La naturaleza humana tiene sus cosas buenas y otras malas, luchamos en una constante continua de transformación. Una especie de Dr Jekyll and Mr Hyde “como decía Cortaza cuando se refería a si deberíamos estar en este lugar, o fuera con otras persona o en otras cosas”.



 Lo extraño





La realidad diaria, la fábrica de monstruos sociales privilegia las impunidades…
Desapareciendo  el pasado del ser humano y sus raíces.

Volvemos a una edad media que genera solo terror, monstruos que salen de las paredes, ― Antes, en forma de esculturas, ahora con carteles de políticos ávidos de poder, ― que fomentan la xenofobia, el racismo, la separación de los seres humanos, empleando todas sus artimañas y creando más fronteras sociales,  “marginales y privilegiados”… un sistema que engulle… aplasta, deshumaniza a la sociedad, al colectivo humano en todas sus variantes.

Como en la edad media, resurgen aquellos que miran al cielo buscando las respuestas… poniéndole velas a santos en las iglesias para que la desdicha no caiga en su casa y marginando al que se quedó sin nada, convirtiéndolo en parte no deseada de la sociedad. Creando una oscura noche de inseguridad.

Inventarnos para lidiar con la fragilidad de la experiencia, de la búsqueda de horizontes y de nuevos objetivos posible  de posibilidades. Sin caos, sin temor, ni amenazas de los poderes que lo deforman todo.

En lo extraño, solemos perdernos en un principio, después paralizarnos… es el método empleado a través de los medios, herramienta fundamental para la paralización social en un principio, después a devastar sin dilaciones…

El miedo;  ha pertenecido al ser humano desde tiempos inmemoriales… pero siempre se ha superado de alguna forma… siempre desde la unión, y no desde el individualismo.  

La razón se ha convertido en un estado de locura que nos lleva a momentos ya repetidos en la historia y que no debemos dejar que vuelva a ocurrir… ya pasamos por ello, y no fue agradable, tampoco debemos dejarnos llevar por la violencia… el caos… la inseguridad… porque todo eso ya lo hemos vivido de alguna forma y sabemos que no es la solución…

La realidad, forma parte de nuestras ficciones, análisis y reflexiones diarias sobre los pozos que surgen de las ideas de otros, nosotros somos un reflejo de lo extraño, y de la razón, por eso es fundamental mantener nuestro propio pensamiento, nuestras ideas, nuestros sueños.

El escepticismo es otra variante de lo extraño, de lo opuesto,  si dejamos de creer dejamos de soñar, tampoco es cuestión de creerse todo, pero si perdemos el don de creer dejamos que los sueños se evaporen…




Juan Manuel Álvarez Romero.- Escritor