La mirada del otro.-
Me pregunto a diario en que consiste aquello que queda en la
agonía de los estados, como pueden seguir en el mismo encuadre de mantenimiento
de lo establecido y que sigamos con ello las mismas directrices sociales,
derecha e izquierda, y que la única variante sea la extrema posición de ambas.
Como es posible que aún surjan las ideas de siempre lo pasado es mejor… cosa
que al levantarnos cada mañana hacemos, construir futuro y continuamente
dejamos el pasado, —hecho—.
Me pregunto cada mañana como seguimos generando o
participando del miedo creado, y del miedo a lo que se nos avecina sin tomar la
decisión de decir — ¡basta de teatro, basta de falsa! —
Me pregunto cada mañana como escuchamos las mentiras que los
actores representan en un esfuerzo por parecer que dicen la verdad. Y como
intentamos hacer el esfuerzo de seguir creyendo en esas palabras que son
escritas desde una mesa de hotel, sin sentir, por alguien que escribe guiones,
que escribe para que otro diga y finja que cree en lo que dice, y de esa forma
hacernos creer que podemos creer.
Cuando encuentro mis respuestas y miro hacía adelante y veo
que el día está gris, que el sol se oculta tras las nubes, que la noche se
aproxima sin previo aviso, que las miradas que se cruzan conmigo fingen ser o
vienen de, sin un camino definido, con sombras en los ojos, con más preguntas
que respuestas; vuelvo a preguntarme cada vez, porqué seguimos en la creencia
de que los actores nos cuentan la verdad.
Cuando salgo y hablo con el mundo, éste me responden con más
preguntas que respuestas y, siempre desde un miedo que induce a más dudas y a
su vez a más miedo… muchos han escrito ya sobre la espiral, sobre la edad media…
sobre todas las guerras, todos hemos visto también como la historia nos enseñó
a ver el presente desde las referencias tanto escritas como transmitidas por
generaciones y que avisaban de que el camino no era el correcto. Pero aún así
hemos seguido permitiendo y conservando los valores que rigen el estamento
social, desde sus directrices y fronterizaciones tanto físicas como sociales y,
sin ningún tipo de pudor, sin miras al futuro, — ¡vive el presente que el futuro dios dirá!,
nos dicen— bajo ese criterio nos fuimos olvidando del futuro, que no es otro
que el hoy.
Las libertades y derechos que se fueron creando a base de
esfuerzos, sangre, sudor y de no pocas victimas, se desvanecen hoy.
Los delirios de poder se alzan con banderas claras de
derrumbar en vez de construir. Cuando esto ocurre siempre hay quien viene a
destruir los avances sociales que tanto cuestan.
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