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viernes, 7 de diciembre de 2012

Como pájaro de papel.-


                                                Juan Manuel Álvarez Romero© 2012
                               

Como pájaro de papel.-
Nómada
Hoy como siempre, me levanto tarde,  el peluquero sigue recortando,  la nevera sigue igual,  el autobús se escapa,  el mundo se queda del mismo modo,  la humanidad se transforma en algo que deja sin respiración... las sonrisas de venden, el hambre se compra, la libertad se queda apartada para otro momento... las calles se llenan de turistas que miran y miran y nadie se queda. 

Hoy como siempre el paseo se queda en un sueño, y los sueños siguen su camino. Porque son los únicos que no se deben cambiar,  son los que nos salvan,  nos hacen sentir que seguimos en el camino… vivos… hoy más que ningún día del año, se siente el impulso de seguir caminando, de no mirar hacia atrás, hoy como siempre nada es igual

Como en esos sueños, que no recuerdas bien al día siguiente, los que te hacen sentir con ganas de seguir durmiendo para poder proseguir, para retomar el hilo del mismo.
Me desperté con esa sensación de  no poder terminar un dulce sueño en el que no existían  las palabras, solo música, sonidos de agua, tierra y mar… donde todo se transformaba en bellas palabras, de esperanzas y sueños, sonidos hermosos y maravillosos que cubrían el cielo con aíres de libertad, de esperanzas, de igualdad.
Al poner los pies en el suelo, estos se hundieron en un lecho de barro frio; en ese momento el cuerpo reaccionó y, despertó todos mis sentidos, me olvidé de la necesidad de buscar un café, olvidé de pronto donde estaba. Mi mente se perdió en un estado de confusión y de perplejidad al no saber muy bien que era aquello.
Aún sentado en la cama, miré a mí alrededor, buscando una explicación, buscando la realidad que la noche antes abandoné. Ahora solo podía percibir el frio lecho de barro, mi cuerpo se paralizó, como también mis sentidos, mis horas preestablecidas, mi rutina no estaba en lo normal.
Intenté ponerme de pie, pero un tronco inmenso me golpeo en la frente, esto hizo que me volviera a sentar de nuevo en lo que antes era mi cama y ahora  una piedra fría.
El barro se convirtió de pronto en agua, y los peces me daban en  los pies  pequeños bocaditos.  Los pájaros se adentraron en la habitación y las ramas de inmensos árboles  lo invadieron todo, los sonidos de un maravilloso bosque se adentró en mis sentidos; en mi entorno todo era paz y tranquilidad. Poco después conseguí reaccionar, cuando el agua ya llegaba a mis rodillas, y los muebles comenzaron a flotar por la habitación…
Las paredes dejaron de existir,  y  a su vez se transformaron en troncos;  entre ellos resplandecía un radiante sol… Fue cuando percibí sombras que aparecían y desaparecían…  lo mismo era de día que de noche, lo mismo corría el aíre, como se apaciguaba en un estado de calor húmedo y sofocante…
Caminé por aquél río de sueños hasta llegar a un claro del bosque ancho y extenso, donde la luz lo invadía todo… donde no era posible divisar con claridad todo lo que me rodeaba. Pero sin duda los bosques ya no estaban, el rio se convirtió en asfalto, un semáforo rojo me advertía que estaba en un atasco y en medio de la ciudad…  de pronto las sirenas de las ambulancias me sacaron de esta ilusión matinal, y antes de llegar a ningún lugar, pude comprobar que la ciudad ya no era la misma…   que sin duda no estaba en mi habitación…  como un pájaro de papel,  me quedo sin alma ante tanto hormigón.
Juan Manuel Álvarez Romero© 2012