lunes, 2 de marzo de 2015

Hay una luz












Hay una luz
entre las hojas
entre el cielo estrellado
distinta y luminosa
Bajo ella
vuelan
libres los sentidos
tus manos
Camino de puntillas
sobre tus olas
tus besos
tu aíre
Las rosas
sobre la arena
avisan de tu rio
tu aroma
De tu mano
pisamos el agua
subterránea
libre
El perfil de la brisa
marca tu sonrisa
de luz
de paz
Del blanco sol
tus cabellos
tu alegría
vida
De nuestra sombra
huella
limpia
tranquila
Las aves
nos sobre vuelan libres
observadoras
infinita mirada
Hay una luz
entre las hojas
entre el cielo estrellado
tu luna.
Juan Manuel Álvarez Romero©Errante2013

El espejo





El espejo 

JUAN MANUEL ÁLVAREZ ROMERO [mediaisla] El marco del espejo es real, los limites están ahí, bien definidos y lo peor es que mengua. La imagen del ser humano es más un reflejo que una realidad que cambia constantemente, ¿evoluciona? ¿O se transforma? 
¡Qué gran obra es el hombre! | ¡De cuán noble razón! | ¡De cuán infinita facultad! |En la forma, en el movimiento, ¡cuan expresivo y admirable! | En la acción, ¡cuán parecido a un ángel! | En la comprensión, ¡cuán semejante a un dios! William Shakespeare 
Cuando nos sentamos ante un espejo solemos ver que nuestra imagen está a la inversa; en la realidad, la opuesta al espejo, donde podemos movernos y caminar sin marco, nos encontramos con una imagen que se dirige a algún lugar sin definir, inconcreta, en búsqueda constante de razones en las que manejarse mejor. Pero curiosamente también enmarcada; enmarcada en un sin fin de obstáculos sociales, culturales y políticos que le hacen limitado. 
El marco del espejo es real, los limites están ahí, bien definidos y lo peor es que mengua. La imagen del ser humano es más un reflejo que una realidad que cambia constantemente, ¿evoluciona? ¿O se transforma? Creo que muta al igual que el marco. 
Está claro que  su contorno va menguando y, en su interior se difumina una imagen de un ser humano que podría ser fuerte, con decisiones e ideas propias, esto haría  que el ser humano no se enmarcara en los límites de una imagen, en un espacio donde moverse sin libertad, y no en el reflejo de un espejo, si no todo lo contrario en un lugar donde se expandiera. 
Nos distraemos con el teatro de la política, el consumismo, en todo aquello que se pueda convertir en espectáculo y, pensamos que somos parte importante en el sistema social de la comunidad, con nuestra aceptación de lo ofrecido por el sistema. 
No creo que sea una locura pensar que el ser humano necesite mirarse en ese espejo para comprender que no es su verdadera imagen, su equilibrio en el mundo, “que es evidente no es en el que se enmarca actualmente”. 
Hemos pasado por periodos difíciles aun más que este actual y por miles de años de evolución y, siempre ha vuelto a resurgir, milagrosamente, pero resurgiendo en belleza y expansión humana. La búsqueda del ser humano, de su consciencia es real, debe serlo, es cuestión de vida o muerte. 
Todos tenemos claro que es lo terrible y, en lo que nos convertimos por un principio que no es el que realmente busca la consciencia colectiva. La consciencia es muy frágil, muy manejable, moldeable en términos sociales y culturales y, de su manipulación todos somos consciente; pero estamos en ese proceso lento de asimilar, de ver entre todos lo que no está bien. La palabra, la imagen, los medios y el intercambio de opiniones en estos, hace que esta avance a grandes pasos. Cada vez somos más los que creemos que la humanidad es posible. 
Mirarnos en un espejo de vez en cuando es algo útil, no para enmarcarnos, sino para expandirnos como seres vivos, abiertos a la vida y a la existencia, dentro de los reflejos no se puede vivir, porque en ellos solo se ve lo que se quiere o lo que nos dejan ver. 
Construir nuestro propio pensamiento como humanidad es una forma de luchar contra la manipulación y la realidad que nos muestran como única. | JUAN MANUEL ÁLVAREZ ROMERO – escritor y creativo
















http://mediaisla.net/revista/2011/08/puertas-y-ventanas-42/

domingo, 1 de marzo de 2015

Libros Publicados














Bueno, tenía una deuda con mis escritos en el cajón y en la mochila y que ahora al cabo de cinco años decido sacar y compartir. Fueron escritos en un viaje itinerante por bastantes lugares de la península... en los cuales he conocido y compartido muchos cambios tanto personales como sociales. Aún quedan pendientes los textos y relatos que fueron publicados en revistas digitales y que de momento no publico... pero sí esta novela que escribí en el 2010 "Eco de una memoria".
"Errante" es un poemario o una antología poética que también resume bastante este recorrido un poco “Nómada” y reflejo de cambios que todos vivimos en periodos de búsqueda que en mi caso era la búsqueda de un lugar; el cual creo que aún sigo buscando ...
El Hijo de las costureras fue publicado en el 2009 y ha estado dando tumbos como yo, de una editorial a otra, y que ahora reedito para que se mantenga vivo.

viernes, 27 de febrero de 2015

Quizás











En el cielo veo tu silencio en forma de nubes

Alas para el sol que cae en picado

Quizás






Tus alas sirvan para elevarlo

Quizás 

Mientras contemplo como vuelve amanecer

Quizás

un beso para mis alas

Quizás

Un abrazo para el regreso a casa

Quizás

la arena pegada sirva de sostén de mis mil plumas

Quizás

El viento me vuelva a elevar

Quizás

El mar no pierda el horizonte

Quizás

Sin quizás

todo sea un eclipse de sol

Quien sabe 

quizás 

Juan Manuel Álvarez Romero©Errante2013

martes, 24 de febrero de 2015

SENTIR















Siento como la escarcha recubre mi cuerpo,
Siento lentamente, sin prisas, mientras duermo, mientras camino.
Siento en pleno agosto un frío infernal, de esos que llegan hasta los huesos.
Siento como el aíre recubre mis sienes palpitantes
Siento como los días se evaporan
Siento como los años pasan sin dejar huellas
Siento como todo retorna a un vacío que desconocía
Siento como todo torna a los silencios más terribles.
                                       
***

Parece que todo termina
Parece que todo llega al final
Parece que las horas se eternizan
Parece que los días se esfuman
Parece que el tiempo torna a desaparecer
Parece que la vida deja de tener sentido
Parece que los sueños desaparecen
Parece que todo tiende a disolverse
Parece que lo fundamental deja de ser
Parece que lo de ser deja de tener
Parece que tener deja de ser, ―fundamental―

***

A pesar de todo, la vida fluye
A pesar de todo, el amor perdura
A pesar de todo, el alma vuela
A pesar de todo, los silencios tornan en palabras
A pesar de todo, la vida continua, el camino se abre…

Juan Manuel Álvarez Romero©  Errante 2014

viernes, 20 de febrero de 2015

Las palabras











Cómo poner nombre a todo, cómo cambiar las cosas de lugar si no hay espacio, cómo sentir del mismo modo si ya nada es igual, cómo colocar los libros en su sitio, si las estanterías ya no están... los paisajes están secos; la vida se desvanece en sombras, las ideas dejan de poner nombre a lo que ven, las palabras cambian de sentido en el diccionario de la vida... pero sin ellas nada tiene sentido, sin ellas, ―las palabras―, nada cambia... sin ellas ni el amor nos alcanza...
2012-07-30©Juan Manuel Álvarez Romero

domingo, 15 de febrero de 2015

El Hijo de las Costureras





Disculpas de nuevo a mis lectores por tanto retraso. Además, todavía no puedo servirles la entrada sobre Carlos Casares. Nos adelantaremos un poco e introduciré algo posterior. Reseña a El hijo de las costureras de Juan Manuel Álvarez Romero.
Algunos autores actuales como Ricardo Piglia o Enrique Vila Matas creen en la metaliteratura; yo también. Creo en la creación de libros a partir de otros libros, creo en el diálogo con otros autores y con otros personajes; creo en el respeto a los clásicos y en la inmortalidad de los mismos. Cualquier aspecto de la realidad, de la litaratura, de la cultura o del arte (y todos estos devienen en elementos trascendentes: ¿acaso Don Quijote, sino más real, es, desde luego, infinitamente más trascendente que cualquiera de nosotros?). Tenemos un libro El hijo de las costureras de Juan Manuel Álvarez Romero. Ya hay pues, con quien dialogar y algo que podemos ficcionalizar. Hablemos con las obras que suele ser mejor que hacerlo con los autores (y sigo la máxima de D. H. Lawrence “cree al cuento, no al cuentista”).
Enfrentado a la lectura de El hijo de las costureras, he visto una dualidad. Para mi hay allí una evocación y al mismo tiempo una narración social. A veces las veo unidas como el Bien y el Mal en los hombres, inseparables según San Agustín; en otras ocasiones me digo en estas páginas hay mucho más de realismo social, en estas otras mucho más de evocación. Es un dualismo maniqueo.
En el apartado más realista, el mundo en el que se sostiene la narración es sórdido, es duro, mezquino con chispazos de buenos sentimientos. Los hombres y mujeres que en él pululan son seres muy cotidianos y que se muestran como tales, viven con sus anhelos, temores, miserias y ruindades. Sabemos que no falta de todo ello en el género humano, y como tal, lo muestran.
Pero el momento en el que la narración alcanza sus mayores bríos es cuando aparece lo extraño. Aquí es el pobre deforme que vive encerrado y cuidado por una generación de mujeres. Aislado en gran medida, está condenado a observar el mundo, más que a actuar en él. Encerrado en su laberinto no trata de engañar al lector como el minotauro de Borges, que le insinua que es un Dios, sino que abiertamente asume su condición de paria. Es en este mundo donde la evocación hace más acto de presencia, donde los olores, sonidos y recuerdos se adueñan muchas veces de la narración y del lector. Aparece esa cualidad que se ha dicho de Scott Fitzgerald: el encanto. Pero para mí, más fuerte aun que él, es la imagen de una persona deforme enclaustrada, persona cuya libertad viene dada por la cultura: el aprendizaje de la historia, la música, la literatura, las estrellas. Reflexionemos acerca de que sus enclaustradores son, en gran medida, aquellas mismas personas normales que, cuando Samsa se convirtió en escarabajo en la Metamorfosis de Kafka, decidieron que tenía que morir. En El hijo de las costureras estas personas se deciden por el abandono o la sobreprotección.
Juan Manuel Álvarez Romero: El hijo de las costureras Por Javier Farto Graña
https://javierfarto.wordpress.com/