sábado, 11 de mayo de 2013

Algún día…



















Algún día…

He caminado por la orilla de un río y, observado las luciérnagas, en la otra orilla, en un bosque tan alto como el cielo… y bajo un cielo que se despedía del día…

… mientras el sol caía, miré como se coordinaban lentamente, las luciérnagas, en un lenguaje que desconocía, y que intuyo ahora, y que a la vez, me sigue fascinando…

Comienzan a emitir su luz, de una en una, de dos en dos, de tres en tres… y así
hasta llegar a emitir una sola luz, en un parpadeo milenario, de miles y miles de ellas… nunca vi tantas… ninguna se perdía o variaba el ritmo de sus luces… me pareció alucinante …

Me senté cerca de un viejo pescador, que también las miraba junto a la orilla… y le pregunté por ellas, y él con mirada confusa, pero a la vez sabia… me contestó, que las observaba desde pequeño, siempre venia a pescar al mismo lugar… y solo, se quedaba observándolas, tarde tras tarde, hasta que el cielo se oscurecía, y el bosque quedaba totalmente alumbrado, en un espectáculo sinfónico maravilloso de luces y de color… incluso imaginaba su música… con un lenguaje particular… místico, incluso quántico …

Me dijo que él le hizo la misma pregunta a su padre, y su padre a su abuelo y, así una generación tras otra de pescadores, en aquél río … y todos decían lo mismo, que su luz, sus luces, eran tan antigua como la tierra… que eran el reflejo del mundo y de la humanidad, aunque siempre, hay algunas que brillen más que otras, aún así, todas emiten su luz, y no dejan de alumbrar …

y cuando esto ocurre, entre los hombres y el mundo , la vida resplandece…

como lo hacen ellas…

Luego me tarareó una letra…

Algún día, la luz se detendrá en forma de luna,
y la luna quedará colgada del cielo, como una lámpara maravillosa...

Y cuando la luna quede colgada, en forma de lámpara maravillosa,
las estrellas y el universo se confabularan para nuestro encuentro...

El mar será de cristal, para que podamos caminar sobre él...
la tierra, será tan fértil, que todo será de un verde eterno...
el cielo será nuestra casa...
las luciérnagas nos alumbrarán los caminos

Y cuando esto ocurra, abriremos nuestras alas, y volaremos;
volaremos sobre las montañas, entre valles, sobre ríos, y ciudades del pasado

Y ya no habrá que volver... a ningún lugar,
porque el lugar, seremos nosotros.
Juan Manuel Álvarez Romero©2013-05-09

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