lunes, 22 de octubre de 2012

Nómada Relato “Ilumina tú parte”



                                              










Nómada
Relato “Ilumina tú parte”

Pese a tantas y tantas desgracias como hemos heredado es preciso reconocer que se nos ha legado una libertad espiritual suma. A nosotros corresponde utilizarla sabiamente, reducir la imaginación a la esclavitud en virtud de aquello que con grosero criterio se denomina felicidad, es despojar a cuanto uno encuentra en los más hondo de si mismo del derecho a la justicia, a permitirse llegar a saber de si y de cuanto rodea eso que puede llegar a ser…. 

Andre Bretón “Primer Manifiesto Surrealista”

    En las calles, resurgen las cenizas de las que un día forme parte, tarde o temprano uno vuelve a reconstruirse, a crecer y seguir viviendo… la monotonía a veces hace que el horizonte se aleje y se difumine en sueños perpetuos que no parecen llegar nunca… aunque están ahí… tan cerca y tan lejos a la vez…

En nuestros recuerdos están aquellos que nos dejaron su impronta, su sabiduría, amor y vida... En nuestra mente liquida resurgen las palabras sólidas de las personas que amamos y amaremos siempre...En nuestros ideales, principios, consciencia, aparecen también las huella de lo inesperado... insólito, o perdido para siempre, y recuperado en nuestros corazones...

Lo que ocurre cuando dejas el camino, no es otra cosa que el vació y la incertidumbre de no encontrar las huellas de vuelta a la encrucijada… 

Emigrar, salir en estampida, o hacerme un proyecto donde la meta sea la huida, ¿pero hacia donde?… siempre hacia lo desconocido.

El suelo de la calle refleja los viejos neones de la vieja alameda, muchos rotos, incoloros por el desgaste del tiempo; existen huellas del tiempo en algunas fachadas de los edificios, o al menos de tiempos en los que la vida era distinta a los de hoy… ―quizás, no estoy seguro―, pero a lo lejos veo siluetas conocidas, quizás huidizas a la realidad, o quizás lejanas en el tiempo, me parecieron fantasmas del ayer,  junto con sombras que no dejan ver bien la luz del día que se aproxima… mi huida es sin duda hacia la luz, hacia la luz que desprenda una línea divisoria que ayude en verdad a la huida definitiva de este mundo surrealista… de falsos prejuicios, destrucción de principios, de dignidades humanas, de vidas corridas por ideales ajenos hasta entonces por ellos mismos.

En la calle donde habito, surgen huellas del pasado que ya no recordaba, en la calle donde habito resurgen huellas que me hicieron olvidar quien soy…

Se comienza a caminar solo,  y termina con cientos de almas humanas… otras continuas solo, con esos proyectos que nos hacen seguir, sin abandonar lo que nos hizo comenzar, a veces se difuminan en confusas ideas que nos desvían… y me pregunto porqué caminamos en zig-zag y no en línea recta, como sería lo lógico… ¿o quizás sea yo el que no encuentra esa línea divisoria entre el cielo y la tierra?

Es complejo ponerle nombre a las luces y sombras que resurgen del pasado con nuevas lentes, nuevas palabras ya olvidadas, como realidad, ficción… sentido, vida, libertad… aunque la palabra libertad nunca llegó a ser, solo es una utopia colectiva y que solo la conseguimos individualmente… es posible siempre que no se mezclen los extremismos… nada es bueno desde el fascismo, la historia no lo ha demostrado mil veces…

¿Se puede vivir entre la realidad y la ficción sin pecar de realista, o viceversa? Me lo pregunto cada mañana mientras busco al ave fénix entre las nubes, entre las sombras que me impiden levantarme de la cama y salir fuera, y ver la realidad, no mía, pero como si lo fuera, cuando arrastro mi cuerpo fuera, transito por calles, paso por coches aparcados durante semanas en el mismo lugar, las cosas se repiten diariamente… las mismas caras que se cruzan en mi camino, los mismos camareros que me saludan al pasar, y para cambiar la rutina algunas veces me paro a tomar algún café… después me encamino al mercado… no sé si decir que son las mismas frutas de la semana pasada, las mismas verduras con algunas manchas que anuncian que han estado guardada en cámaras… las mismas ancianas que compran solo para el día; y  así tener el mismo motivo para salir a la calle, día tras día, aunque solo sea por unas horas, al encuentro de alimentos, de palabras amables, de sonrisas de complicidad entre ellas.  Intercambio saludos para así sentirme vivo por unos instantes, intercambiar palabras con los tenderos, palabras que salen espontáneamente, por no ser tan serio… y que ellos agradecen como lo agradezco yo, palabras, a veces con sentimientos y otras por instinto de cordialidad… ¡buenos días!... ¿como va todo?... ¿quien ganó ayer el partido?

De regreso a casa la parada en el estanco, un paquete de cigarrillos algunos días, otros un mechero por no andar pidiendo fuego… otras una parada en otro bar para leer la prensa mientras me tomo mi segundo y ultimo café del día… pero antes de entrar está la señora que me pide todos los días un vaso de agua, mientras me cuenta que espera que abra el dentista a las cinco y media, ─¡señora son las nueve de la mañana!─… y así a diario, y no solo a mi si no a todo aquel que entre… ─la señora de la barra se lamenta, por la cantidad de vasos que la anciana se lleva después a casa─.
Después intercambiar algunas palabras con algún conocido sobre la política, esto me recuerda a Aristóteles, otras sobre el tiempo, sobre mis hijos o los de otro… ─interesante─…  otra señora al salir me pide un poema… los que saben que escribo me preguntan a diario por mi nuevo libro… pero los esquivo, cambio de acera. No hay nada más torturador que te lo pregunten a diario… ¿no saben que escribir es algo que surge, fluye… uno no busca escribir un libro todos lo días… porque sencillamente no salen por arte de magia, salen cuando uno menos se lo espera… de mil trozos, de mil ideas guardadas en carpetas, de una mirada… uno escribe y escribe… cosas que la mayoría de la veces no sirven para nada… me cabreo y cambio de pensamientos… busco pensamientos continuamente, en paginas de libros, en fachadas, en los rostros que se cruzan conmigo.

Los libros últimamente los leo desde la mitad, y voy de a delante atrás, o viceversa… otras me zampo documentales tan largos que me olvido del tiempo… otras me voy a la biblioteca a mirar lomos de libros y alguna vez que otra saco alguno y me lo bebo. Creo que mi vida es un caos, ¡un puro caos!… no encuentro ese equilibrio perfecto que se encuentra cuando encuentras la historia a contar… cuando no tienes noción de lo que ocurre a tu alrededor. No escuchas nada, no ves nada, no sientes nada… si suena el teléfono, sencillamente no lo coges, si llaman a la puerta sencillamente no existes. En esos momentos te olvidas si saliste a la calle a buscar comida, a leer la prensa, a saludar al tendero o al camarero del bar de la esquina.

En fin, no era esto lo que estaba contando… me desespera que me pregunten, que me persigan, digo o pienso… me gusta el silencio, la soledad… la tranquilidad. Quiero irme de este país, este barrio, de este mundo si fuese posible… huir donde nadie te pregunte, nadie sepa quien eres, nadie mire como compras, caminas, miras… donde nadie necesite de mi presencia… pero eso solo es cuando estoy así… Después viene el deseo de no estar solo, la necesidad imperiosa de salir a buscar y sentir la vida a mí alrededor… a buscar los saludos cordiales de cada día, de cada mañana, de leer la prensa, de escuchar música, de ver los mismos coches en el mismo lugar… de perseguir sueños, de recordar y de sentir. De estar en el lugar que siempre soñaste y de algún modo, una vida sencilla… donde estés con la persona amada… donde puedas compartir tus deseos y pensamientos… donde lo que pienses si que importe. Donde lo que ames sea lo más importante, donde lo que vives te regenere… al menos cada mañana miro al cielo buscando al ave fénix para ver si trae las nuevas de un día diferente y por fin realmente-ficticio, he iluminado.
Ilumino mí parte, quizás para que otros no tropiecen en la misma rutina que yo cuando no veo al ave fénix.  



Juan Manuel Álvarez Romero.- ®2012-10-21para letras, revista literaria
http://www.alvaeno.com/LetrasTRLnoviembre2012.pdf

domingo, 21 de octubre de 2012












Lloro tus besos, busco tus manos
Recuerdo tus besos, siento
Huyo de mí, te busco en mí
Piso barro, hojas de otoño
Me mojo, son lágrimas

***

Sueño despierto, bajo a la tierra
Subo a las nubes, llueve sobre mojado
Despierto del ayer, encuentro tus cabellos
Caigo en el olvido, pero vivo el hoy

***
Las estrellas aparecen después de la nada
La luna ilumina mis duendes
La ventana mira al mar
Los días pasan, quedan las horas antes del alba

***
La barca espera en la orilla
El oleaje la aleja
Se pierde
Se busca
Desaparece
Reaparece el horizonte

***
Los símbolos me persiguen
Las luces iluminan la huida
Decido quedarme ante el mar
Vuelvo al mar
Me convierto en mar


Juan Manuel Álvarez Romero®2012

miércoles, 10 de octubre de 2012

calle cortada


... Las calles se tornan de cristal, aun sin llover, pero tras el camión de la limpieza dejan el pavimento húmedo;  las luces centellean como si tuviesen vida propia... los pies aun torpes al contacto con el agua, resbalan sobre los colores, torres difuminadas, edificios zigzagueantes que muestras su historia confusa en un lienzo imaginario, pero a la vez tan real. Mis pies continúan adelante aun sin la experiencia de la nueva superficie, se niegan a aceptarla, se niegan a destruir la historia que se difumina a cada paso... la historia de miles de sueños, romances, mitos y realidades que desembocan en una alcantarilla...
Aunque la calle esté cortada, y el camino marcado por símbolos discordantes... continuo... continuo sobre los reflejos de la historia... para buscar, para buscarme, para no tropezar con los reflejos... como oasis imaginarios...  aun no ha llovido y el suelo anda húmedo de reflejos de historia, de símbolos arquitectónicos que avisan de su presencia real... bajo la calma de las estrellas

Juan Manuel Álvarez Romero ®2012

martes, 18 de septiembre de 2012

Nomadas
















ficcion.debatepress.com%2F%3Fp%3DverNoticia%26idNoticia%3D12932%26idCategoria%3D1&h=8AQHch-HYAQHjmR37kW24U6RsfjCVQ-axcDfctuY_UzbPHw

Llega la luz, pero se va cada dos por tres. La carretera nacional pasa por medio del pueblo; los camiones me despiertan cada mañana avisándome que ya es hora de levantarme. Quiero estar en todo y al final no estoy en nada. La cocina se me hace un mundo, porque me abstrae el fuego de la chimenea y, me quedo como un zombi mirando como se consumen los troncos de encina, mientras tomo el primer café. Entre esto y las pinturas, mi cabeza anda en otros lugares lejanos, que en su día formaron y alimentaron lo que hoy soy.

En el cuadro que estoy pintando vuelo junto a un águila, veo barcos que se alejan en la historia y me traen objetos maravillosos de otros tiempos; perlas, cedas, olores a especias, vestidos orientales y perfumes exóticos.

Cuando paso por la cocina, justo al lado del estudio, me paro ante el fuego, se consume lentamente; me siento ante él, y comienzo a olvidar el viaje del cuadro y, “entro en este texto”, —en mi pequeño portátil—, con la música de Wim Mertens, y me pregunto sobre qué escribir esta semana, el recorrido que andaba en trance, paró por un tiempo, sé que debo continuar, buscar otro lugar, pero sin huir de lo que soy, porque allá donde vaya seré siempre el mismo solitario. Me refugio en mi trabajo, me quedo absorto en mis pensamientos, busco formas de crear y de ser, al menos y en principio, sacar todo lo que queda dentro después de muchos caminos. Nuca se terminan, y si no te paras, al final todo queda en algún lugar de la cabeza o del corazón. Ahora sé que toca sacarlos de ahí, donde estén, aún no descubrí de donde salen, ni tampoco porqué se ocultan y no quieren salir en muchas ocasiones. Pero al final siempre salen, de una forma u otra.

Ahora me levanto y vuelvo al viaje junto al águila, este me espera en una cornisa de acantilado; quiere enseñarme el bosque de álamos, el río que lo recorre, el valle, y llevarme junto al mar. Pero antes debo presentarme al chaman, este me espera para darme alas, para enseñarme como batirme entre las corrientes de aíre, y como aterrizar después.

Entre los lomos de los libros, aparece un haz de luz que me sorprende en principio; luego me doy cuenta que es el monitor del ordenador el que lo produce, —“mientras leo un libro en el sofá; bajo la ventana y, mientras llueve”—, justo detrás de los estantes de libros.

Bajo las escaleras que suben al segundo piso, mientras las bajo, dejo atrás la habitación que más luz percibe la casa, por su orientación, única, no solo absorbe luz, también calor, es mi favorita… desde su ventana puedo ver toda una vega Granadina y el pueblo de Lorca a lo lejos, y más allá las inmensas montañas de sierra nevada ya blancas por las primeras nieves.

Vuelvo al lienzo aún en proceso de surgir de fluir, me dejo llevar, me dejo seducir por su propia historia, pero a la vez introduciéndole la mía propia.

Mis pensamientos entran de pronto entre bloques de hormigón, ventanas cerradas, calles sin luces, calles desierta, sin sombras. Aparecen de pronto destellos de voces que me asombran de sus propios recuerdos. Incluidos los mío, que surgen de aquellos que un día me hicieron soñar.

Vuelvo a las ascuas del fuego, me vuelvo a sentar, respiro y pienso que el día se fue, fuera ya no queda luz del día, debo encender las luces si quiero saber por donde caminar sin tropezar. Pero me relajo, vuelvo a buscar aquél libro que comencé esta mañana y quisiera saber más sobre él. Dejo el vuelo del águila, dejo el calor del hogar, me acerco ahora a otro pensamiento y sigo con la música de Mertens. Aún no sé como terminará el día, ni si este texto será concluso, intento pensar qué tengo delante…

Aunque el día es de lluvia y gris, la noche aparece después de un día lleno de colores, de magia y esperanzas. El sol queda en mi retina, y aún la sensación quema en mi piel; el mar quedó atrás, quieto, sin oleajes, como una laguna, pero intensamente azul.

En las horas que preceden a la llegada del alba todos estamos preparados para observar como la actividad humana surge de todas las partes del interior. Ya no queda nadie cerca de la costa. Los barcos partieron hace horas. Ahora solo queda esperar la siguiente llegada, con los tesoros más esplendidos de otros lugares lejanos. Pero para mí, el tesoro más esplendido está aquí, en mi corazón.
Como Nómada he parado; un descanso para estas piernas cansadas de caminar por senderos extraños, lejanos, misteriosos. Me quedo, me toca este descanso, me toca respirar de lo que un día me llenó, para poder llenar este que terminó hoy y, ofrecerlo de nuevo.

Nunca dejaré de asombrarme, aunque sé que tampoco de aprender. Descubrir que de amor no se muere, aunque parezca que sí. Descubrir que existen lugares y lugares, saber que en realidad no se puede estar en todas partes, pero sentir que sí lo estás. Saberse, descubrirse, estar, ser... aunque parezca que no, existen diferencias…
http://www.calle-ficcion.debatepress.com/?p=verNoticia&idNoticia=12932&idCategoria=1

Juan Manuel Álvarez Romero © 2011


sábado, 8 de septiembre de 2012

Los rostros.-











http://youtu.be/dFQLdDS3Klw




La mirada del otro

Los rostros.-

Los rostros caminan sin cuerpo, sin el cuerpo el rostro torna a ser él, a ser lo que verdaderamente representa; la humanidad. 

Fuera de los mitos de la mascara, los rostros son símbolos originales que conforman códigos semióticos, un lenguaje, una ciencia… sin sus orificios los rostros serian como un lienzo en blanco, sin sus ojos, nariz, boca, orejas, no podríamos identificarlos como independientes…

Un rostro nos cuenta la verdad o la mentira, la duda o la pregunta… nos muestra la incógnita. Sus ejes simétricos o asimétricos, su belleza o su fealdad, nos muestra sus huellas de identidad con sus rasgos particulares. Su procedencia, su origen, su lugar, su rebeldía.

Los nuevos códigos se muestran tras rostros vacíos, sin gestos, rostros de otros, rostros de lejanías que viajan en metro o en autobuses… luces que simbolizan el tiempo… “variantes libres” sombras expuestas en humanos.


Fórmulas semióticas en ejes diferenciales que no lingüísticos… palabras vivas, poemas con ojos, poemas visuales, sentidos líquidos de pensamientos. Huellas de sentido onírico, místicos a veces, otros repletos de metáforas. Maquinas de rostridad, constructoras de sueños y esperanzas.

Un rostro cualquiera nos lleva a otros mundos, otras vidas; nos enamora, nos tonifica, nos seducen, nos alegran o entristecen.

Un rostro puede ser producto de consumo, de belleza, de camino, de juegos sexuales, de deseos… curiosidad, despecho, ironía, éxtasis. Forma parte de la Desterritorialización, de la antropología social, de la historia, de los miedos, de las soledades, de misterios y dudas, del egoísmo del yo, tu, mío.

El rostro es la imagen de la belleza, del amor, de la paz, del deseo mas profundo… no solo habla, comunica, piensa… no es una mascara con decoraciones que mistifican sus mensajes. Es humano, es ser, es el.

El rostro es parte de la literatura, de la arquitectura, del arte, forma parte de la humanidad, forma parte de la historia.

(“No es animal, pero tampoco humano… Gilles Deluze”)

El rostro que reconozco como parte de mi identidad, me envuelve en una vida, en un misterio, en una duda, en mis soledades más íntimas, en mis deseos más profundos. El rostro que cambia mi vida es el más bello, es el más sentido y vivido, el más sexual, el mas amado… no hay otro, no hay otra forma de verlo, de sentirlo, de desearlo… el rostro que me seduce para siempre es el más hermoso… me saca de mis silencios, de mis sombras… me saca de lo que no quiero… de la oscuridad… me lleva lejos, cambiamos de continentes, de planetas… el rostro que amo es el rostro de la humanidad, de la libertad, del aíre, del mar…

El rostro eres tú, yo, él, ella, ellas, ellos, nosotros la humanidad… con sus voces, sus palabras, y con una voz propia, ¡basta!

El rostro que me sé, solo busca la verdad, el rostro que deseo, solo sabe de belleza, el rostro que persigo, es mágico, maravilloso…es el alma, es su esencia vital, es el rostro que sigo esperando para compartir mi soledad.

El rostro que sigo esperando me libera, me transforma, me aleja de las sombras… el rostros que espero eres tú.

Juan Manuel Álvarez Romero.- escritor y pintor - 19- 8-2012http://www.alvaeno.com/letrasTRL.htm

Disfrutar del camino se sale del tiempo...















Todo en el caminar lleva su tiempo, todo lo recorrido queda en el tiempo, todo el tiempo es camino... disfrutar del camino se sale del tiempo...

jueves, 6 de septiembre de 2012

La nuez.-


NÓMADAS.-
La nuez.-  
Cuentos breves 

Una nuez fue a darte en la frente cuando dormías bajo aquel inmenso nogal; posiblemente centenario, alto, robusto, casi que tocaba el cielo.
Aún no sabes como terminaste ahí, pero dormías profundamente bajo el centenario árbol, en un día de calor extremo. No despertaste del todo hasta la tercera nuez, que fue la que provocó que maldijeses aquel maravilloso lugar. El sol aún estaba alto, muy alto, sobre tú cabeza. Te salvaba de él la sombra del nogal.
Mientras te despabilabas observaste que estabas junto a un bosque frondoso, fresco y húmedo, incluso que cerca corría un arroyo de agua dulce que no tardaste en localizar y llegar hasta el. De pronto sentiste una gran paz y protección, pero a la vez estabas asustado y perdido. No sabías como habías llegado allí.
Después de zambullirte en el arroyo, y refrescarte de aquella humedad pegajosa que provoca el calor en estas zonas boscosas y en la que aún no sabías ubicarte, ―mucho menos ubicarla ―, volviste al lugar donde te despertó la nuez, la primera nuez. La confusión no tardó en llegar, tus ideas sobre ti mismo te estaban haciendo sentir mal. ―Otra nuez más te dio en la cabeza―.
Observaste que era una ardilla la que te lanzaba desde lo alto del nogal una nuez tras otra, te decía a su manera que estabas invadiendo su territorio y que te largases, llegaste incluso a verle el entre cejo malhumorado. Pero estabas tan confundido que solo supiste sacarle el puño en señal de protesta.
Comenzaste a observar el lugar, entre preguntas de quién eras y que hacías allí. Aun así, el lugar te estaba llenando de una sensación maravillosa, de paz y, no sabías el porqué. ―Daba igual―.
Caminaste durante horas alejándote cada vez más del nogal bajo el que despertaste, ―y del que traías un buen chichón en la frente―, caminabas sin rumbo, te buscabas a ti mismo al tiempo que la salida de aquél lugar en el que de pronto te descubriste. El lugar es hermoso, te decías una y otra vez, este lugar es mágico, y así con estos pensamientos y bienestar físico percibiste que el sol desaparecía a tu espalda, entre los troncos de los nogales que nunca terminaban, y que cada vez era más espeso el entramado de árboles que se mezclaban ya con especies como castaños, álamos y otras como las robinias y arbustos. Comías inconscientemente una nuez tras otra, te agachabas tan solo y tenías varias, sin esforzarte, las partías golpeándolas una contra otra entre tus manos, y todo esto con la mirada perdida en un horizonte que aun no aparecía y que cada vez estaba más oscuro. Estabas dejando atrás el sol, tanto que se convirtió en un puntito.
Encontraste un camino, un sendero, posiblemente hecho y trazado por el pasar de algún ciervo o jabalí. Decidiste seguirlo a pesar de no saber de donde venias ni a donde ibas, seguro que algún lugar llevaría. Pensaste y sentiste la angustia de no saber tú nombre, te mirabas una y otra vez tus manos, tus pies, incluso tú ropa sucia y rota.
El silencio te acompañó y persistió todo el tiempo, tan solo las lechuzas rompían la monotonía de este, ya no podías ver, te abrazabas a cada árbol como si en ello te fuera la vida. En la oscuridad resaltó el blanco de tus ojos, y el sonido de tus pasos sobre la maleza y madera seca comenzó a predominar. Ya no sabías realmente ni que eras.
Comenzaste a pensar que eras parte del suelo, te sentías pegado a él; de pronto tus manos se quedaron pegadas a aquel tronco grueso y viejo al que finalmente te abrazaste, tus pies se pararon de tal forma que realmente te quedaste pegado a la maleza del suelo. Te hundías en este suelo, en esta materia orgánica que se descomponía lentamente. Sentiste como el olor a humus invadía tú cuerpo. Ya no podías tener referencias visuales identificables, reconocibles por el instinto que te llevó hasta este punto.
...Hoy eres una nuez, en una bolsa de supermercado.

Juan Manuel Álvarez Romero.- ®2011 Cuentos breves